martes, 12 de julio de 2016

mis cuentos




Había una vez una dulce niña que quería mucho a su madre y a su abuela. Les ayudaba en todo lo que podía y como era tan buena el día de su cumpleaños su abuela le regaló una caperuza roja. Como le gustaba tanto e iba con ella a todas partes, pronto todos empezaron a llamarla Caperucita roja. Un día la abuela de Caperucita, que vivía en el bosque, enfermó y la madre de Caperucita le pidió que le llevara una cesta con una torta y un tarro de mantequilla. Caperucita aceptó encantada. - Ten mucho cuidado Caperucita, y no te entretengas en el bosque. - ¡Sí mamá! La niña caminaba tranquilamente por el bosque cuando el lobo la vio y se acercó a ella. - ¿Dónde vas Caperucita? - A casa de mi abuelita a llevarle esta cesta con una torta y mantequilla. - Yo también quería ir a verla…. así que, ¿por qué no hacemos una carrera? Tú ve por ese camino de aquí que yo iré por este otro. - ¡Vale! El lobo mandó a Caperucita por el camino más largo y llegó antes que ella a casa de la abuelita. De modo que se hizo pasar por la pequeña y llamó a la puerta. Aunque lo que no sabía es que un cazador lo había visto llegar. - ¿Quién es?, contestó la abuelita - Soy yo, Caperucita - dijo el lobo - Que bien hija mía. Pasa, pasa El lobo entró, se abalanzó sobre la abuelita y se la comió de un bocado. Se puso su camisón y se metió en la cama a esperar a que llegara Caperucita. La pequeña se entretuvo en el bosque cogiendo avellanas y flores y por eso tardó en llegar un poco más. Al llegar llamó a la puerta. - ¿Quién es?, contestó el lobo tratando de afinar su voz - Soy yo, Caperucita. Te traigo una torta y un tarrito de mantequilla. - Qué bien hija mía. Pasa, pasa Cuando Caperucita entró encontró diferente a la abuelita, aunque no supo bien porqué. - ¡Abuelita, qué ojos más grandes tienes! - Sí, son para verte mejor hija mía - ¡Abuelita, qué orejas tan grandes tienes! - Claro, son para oírte mejor… - Pero abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes! - ¡¡Son para comerte mejor!! En cuanto dijo esto el lobo se lanzó sobre Caperucita y se la comió también. Su estómago estaba tan lleno que el lobo se quedó dormido. ECaperucita rojan ese momento el cazador que lo había visto entrar en la casa de la abuelita comenzó a preocuparse. Había pasado mucho rato y tratándose de un lobo…¡Dios sabía que podía haber pasado! De modo que entró dentro de la casa. Cuando llegó allí y vio al lobo con la panza hinchada se imaginó lo ocurrido, así que cogió su cuchillo y abrió la tripa del animal para sacar a Caperucita y su abuelita. - Hay que darle un buen castigo a este lobo, pensó el cazador. De modo que le llenó la tripa de piedras y se la volvió a coser. Cuando el lobo despertó de su siesta tenía mucha sed y al acercarse al río, ¡zas! se cayó dentro y se ahogó. Caperucita volvió a ver a su madre y su abuelita y desde entonces prometió hacer siempre caso a lo que le dijera su madre. En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar. El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él. El mayor trabajaba en su casa de ladrillo. - Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande. El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó. El lobo persiguió también al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos salieron pitando de allí. Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor. Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito. FIN
Había una vez, una niña muy guapa y muy buena que se llamaba Blancanieves. Cuando era pequeña, su madre murió y su padre volvió a casarse de nuevo. La nueva madre de Blancanieves era muy malvada y tenía mucha envidia de Blancanieves porque ésta era muy guapa. La madrastra de Blancanieves tenía un espejo mágico al que todos los días preguntaba: "Espejo, espejito, ¿quién es la más guapa?". Y el espejo respondía: "Tú, mi ama". Pero un día al preguntarle la madrastra al espejo quien era la más guapa, contestó: "Lo siento mi ama, tú eres guapa, pero hoy está más guapa Blancanieves." Entonces la madrastra enfurecida llamó a sus sirvientes y les dijo: "El espejo mágico me ha dicho que Blancanieves es más guapa que yo. Así que cogerla y llevarosla al bosque y allí matarla y como prueba de que ha muerto quiero que me traigáis su corazón en una caja." Todos los sirvientes llamaron a Blancanieves y le dijeron que iban a dar un paseo por el bosque. Mientras tanto, los sirvientes comentaban entre ellos que Blancanieves era una niña buena y no se merecía morir. Cuando llegaron al centro del bosque le contaron a Blancanieves las intenciones de su malvada madrastra pero que no la matarían. Dejaron allí a Blancanieves y mataron a un jabalí para llevarle su corazón a la madrastra como si se tratara del de Blancanieves. Mientras tanto, Blancanieves encontró una casita muy pequeñita y entró. Había una mesita muy chiquitita con 7 silllitas, también había 7 camitas. Como tenía hambre, se sentó en la mesita y se comió todo lo que había en los 7 platitos , y después se acostó en las 7 camitas. Pero esa casita tenía dueños, eran 7 enanitos que cuando llegaron a casa después de trabajar se encontraron a Blancanieves durmiendo plácidamente en sus camitas. Uno de ellos exclamó: "Miradla, es muy hermosa". Y otro respondió: "Sí que lo es. Podíamos pedirle que se quede a vivir con nosotros". Y así lo hicieron los 7 enanitos le pidieron a Blancanieves que se quedara a vivir con ellos, y ella accedió después de contarles su triste historia. La malvada madrastra seguía preguntando a su espejo quién era la más guapa del lugar y éste respondía que ella. Pero un día cuando le preguntó quién era la más guapa, el espejo contestó: "Es Blancanieves". Y la madrastra dijo: "No puede ser; está muerta". A lo que contestó el espejo: "No, no está muerta, Vive en el bosque en la casa de los enanitos." La malvada madrastra entonces se disfrazó de vieja y fue a ver a Blancanieves. Llevaba una cesta con manzanas envenenadas para Blancanieves. Cuando llegó a la casa de los enanitos, llamó a la puerta. "¿Quién es?", dijo Blancanieves. "Soy una pobre vieja y vengo a traerte una manzanas". Blancanieves abrió la puerta y no pudo resistirse a las manzanas que brillaban como el sol. Al coger una y morderla cayó muerta al suelo. La malvada madrastra se marchó riéndose y contenta porque ahora sí sería ella la mas guapa del lugar. Cuando llegaron los enanitos encontraron en el suelo a Blancanieves y todos muy tristes se pusieron a llorar. Todos los enanitos construyeron una caja de cristal y en ella metieron a Blancanieves y la llevaron al bosque. Estando allí en el bosque pasó un príncipe que quedó asombrado por la belleza de Blancanieves y la tristeza de los enanitos. Entonces decidió abrir la caja y besó a Blancanieves que sorprendentemente despertó. Todos los enanitos saltaban de alegría al ver a Blancanieves viva. El príncipe se casó con ella, y el príncipe, Blancanieves y los enanitos vivieron juntos en palacio.
La vida de Bella transcurre apaciblemente acompañada de su padre Maurice, un excéntrico inventor que ha caído prisionero en un castillo muy extraño propiedad de una horrible bestia que lo habita; su hija, muy preocupada por la vida de su padre, decide que irá a rescatarlo pero lo único que podrá lograr será intercambiarse por él y permanecer prisionera de la Bestia. Bella sacrifica su libertad por amor a su padre. En el castillo, Bella conoce objetos que cobran vida y que le hacen sentir amada; a pesar que la Bestia la trata con desdén por algún tiempo, ya que después descubre que también la ama profundamente. Con su espíritu y su belleza, Bella también logra ver más allá del aspecto físico y hace todo lo posible por hacer realidad sus sueños. Pero cierto día todo se complicará cuando quieren romper el hechizo de la rosa, por alguna causa del destino, Gastón, un hombre malvado que odia que una mujer lo rechace, encierra a bella y a su padre dentro de una cabaña y parte rumbo al castillo de la Bestia acompañado de todo el pueblo para acabar con la vida de este ser. ¿Triunfará el amor entre los personajes? Hubo una vez una joven muy bella que no tenía padres, sino madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea. Era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa y como sus vestidos estaban siempre tan manchados de ceniza, todos la llamaban Cenicienta.estrella Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino. - Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos. estrella Llegó el día del baile y Cenicienta apesadumbrada vio partir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos. - ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hada Madrina. estrella - No te preocupes -exclamó el Hada-. Tu también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta. Y tocándola con su varita mágica la transformó en una maravillosa joven. Hada La llegada de Cenicienta al Palacio causó honda admiración. Al entrar en la sala de baile, el Rey quedó tan prendado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven. En medio de tanta felicidad Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce. - ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-. Flora Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado. Para encontrar a la bella joven, el Rey ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.estrella Al fin llegaron a casa de Cenicienta, y claro está que sus hermanastras no pudieron calzar el zapato, pero cuando se lo puso Cenicienta vieron con estupor que le estaba perfecto. Y así sucedió que el Príncipe se casó con la joven y vivieron muy felices. estrellaFIN estrella

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